26/10/15

La Puerta Santa. Catedral de Santiago


     La Puerta Santa de la catedral de Santiago tiene una importancia crucial en todo el mundo de la peregrinación. No sólo es una puerta que hace franco el acceso a la catedral, como las demás, sino que responde a una intencionalidad decidida de representar la idea del perdón, la justificación de las fatigas de la ruta, que desemboca en un poro catedralicio que reconforta a los peregrinos por sus esencias religiosas.



      Está situada entre las capillas románicas del Salvador y la de San Pedro, en el brazo sur de la girola de la cabecera de catedral. No es una de las siete puertas menores románicas del edificio que cita el Códice Calixtino. Fue abierta a principios del s XVI por emulación de la de Roma. Es por consiguiente una mutilación que se hace en el paño semicircular de la cabecera para construir la actual puerta. Hay constancia (24-XII-1499) de que el Papa Alejandro VI mandó construir en Roma una puerta de ricos mármoles con fin y destino simbólico de perdón de los pecados e inauguración de los Años Santos, y que la de la catedral de Santiago fue émula de la romana.



      En realidad, son dos puertas: la q hace de porche, y la verdadera Puerta Santa. En el dibujo de Vega y Verdugo del año 1657 ya figura, pero no con la ordenación actual. Ocupaba, entonces y ahora, la parte central del frontal del paño recto del muro barroco entre el espacio desde las escaleras y la esquina del mismo. La diferencia actual con la de Vega y Verdugo estriba en añadir dos hileras más de ancianos, colocar sobre ellos los plafones del antiguo coro, situar encima las imágenes de Santiago y de sus discípulos Atanasio y Teodoro. Las figuras pertenecen a ancianos del Antiguo y Nuevo Testamento que formaban parte del coro que el Maestro Mateo construyera para la nave de la catedral. La parte superior son estatuas de los santos citados que esculpe Pedro de Campo en el año 1694, en la remodelación definitiva. La arquitectura y las sartas de frutas son obra Antonio Domingo de Andrade, constructor de la contigua torre barroca, denominada Del Reloj, por la instalación muy prominente del mismo. 



      Una vez rebasada esta puerta inicial, entramos a un patio entre las capillas del Salvador y San Pedro, enfrentando ahora la verdadera Puerta Santa. No tiene significación, ni marca especial escultórica. Es una simple puerta en arco de medio punto, cuyo valor es el perdón de los pecados, no transcendencia escultórica. Es paño rasgado en una estructura vertical que constaba de un paño liso, un gran ventanal sobre ella, y un pequeño óculo de iluminación. En el interior existe la misma escenificación arquitectónica de la rotura del paño inferior del muro, con enorme ventanal de iluminación, un pequeño óculo en la parte superior. Está flanqueada por dos nuevos ancianos del antiguo coro de Mateo, repintados al oro brillante. Sobre el dintel luce una de las doce cruces de consagración del año 1211, superpuesta a una orla que dice: “Haec est domus Dei et porta coeli” (Esta es la casa de Dios). Es también lo que dice la cartela del anciano de la izquierda: “Haec est porta Domini” (Esta es la puerta del Señor). Con estas dos indicaciones no es necesario recalcar el carácter sagrado de la puerta, que sólo se abre en los Años Santos, cuando el día del apóstol Santiago, 25 de julio, cae en domingo.  En el último Año Santo se le ha añadido en el interior una puerta de bronce con las escenas más significativas de la vida de Santiago: Vocatio, Predicatio, Pasio, Traslatio, Inventio. El ventanal es una hermosísima vidriera con una magnífico Santiago sedente en actitud de bendición.


La Puerta Santa es la referencia inicial y final del Año Santo. Con su apertura, el primer día del Año Jubilar, y con su cierre, el último día del mismo, concluye la impartición de las gracias especiales que durante ese año tuvieron lugar en la basílica de Santiago.




Es la puerta principal de la Catedral en los Años Santos. La que iluminaba la fe de los peregrinos, convencidos que rebasando su umbral acometían un mundo nuevo, porque comprendía que era esa puerta la que los iba a introducirlos en un microcosmos especial, sacralizado, que es la iglesia, lugar donde reside la divinidad, que ellos venían a reverenciar. Era el fin de sus penas. El goce de rebasarla les hacía comprender que debían abordar una nueva vida, después de la purificación que significaba atravesarla, y de pedir que sus pecados fueran perdonados. 




Francisco Javier Ocaña Eiroa




















Muro barroco de la cabecera, y Puerta Santa


Estado de la fachada este de la catedral en 1657, según dibujo de Vega y Verdugo



Exterior del porche de la Puerta Santa





Imágenes barrocas de Santiago, y los discípulos Atanasio y Teodoro































































Puerta Santa en el muro de la girola de la catedral


Muro interior de la Puerta Santa




Puerta Santa

Anciano de la Puerta Santa interior


Anciano de la Puerta Santa interior

Vidriera con Santiago sedente sobre la Puerta Santa interior



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