El Pórtico de la Gloria es una estructura arquitectónica
escultórica situada a los pies de la catedral de Santiago, construido por el
maestro Mateo entre los años 1168-1188. En él se muestran lecciones de catequesis
y teología, como fundamentos religiosos vitales en la formación del cristiano
medieval. Se harán comprender esos conceptos en las formas más sencillas
posibles, como primeras lecciones y pasos que un creyente debe aprender. Allí
están el castigo dde la gula, la lujuria, de la maledicencia, de la traición, de
la embriaguez, entre otros vicios y condenas expuestos de forma elemental. Pero
también está Cristo y los cuatro evangelistas, los ángeles portores de los
instrumentos de la Pasión, la Gloria, el infierno, el pueblo judío, intentando
completar el sencillo aprendizaje por la vista de lo elemental. Representaría a
la teología como una búsqueda de Dios, concepción vital del hombre de la Edad
Media. Sería el aprendizaje de los conocimientos de las cosas de la fe, la
enseñanza de la religión y sus misterios por otros medios. La aplicación de la Biblia de piedra, sin texto
para las gentes menos doctas. Lo más razonable para poder entender la escultura
del Pórtico de Gloria sería hacerlo como la comprensión de una programación
iconográfica basada en variados impulsos simbólicos evangélicos, todos en la
línea de la Redención
personal y universal.
Pero el Apocalipsis,
que es el programa principal de la escultura, no agota la capacidad simbólica
teológica del Pórtico de la Gloria. Había más representaciones pedagógicas con
o sin coordinación. De hecho, hemos pperdido toda su fachada exterior. Allí
debería existir también un amplio programa escatológico, coordinado o no con el
interior, pero de segura semejanza, intencionalidad y existencia.
Por otra parte, hay
escultura y programación teológica diferente en las columnas, los capiteles,
las jambas de entrada a los arcos laterales, con un programa teológico distinto
del Apocalipsis en el parteluz, donde empieza la genealogía y la vida familiar
de Cristo (Jesé, Salomón, David, María), y finaliza en la exposición de la
Trinidad como genealogía divina, seguida por la vida pública con las
tentaciones, para acabar en la Pasión. En las columnas bajo los Apóstoles y
profetas se muestra la representación del sacrificio de Isaac, y la
resurrección de los muertos.
Pero lo que siempre
ha llamado la atención es la gran exposición de Apóstoles y Profetas, que en
gran volumen y número encuadran todo el arco central. Están en alto, situados
en columnas de elevación, y en forma diagonal que invita al espectador a hacer
el recorrido hacia el interior. Desde la historia del arte se les reconoce como
la expresión más viva y moderna del Estilo 1200, que se hizo presente a finales
del siglo XII, como expresión de una nueva e inusitada naturalidad, que había
de avanzar las formas góticas del siglo siguiente.
No están
representados todos los Apóstoles ni todos los Profetas, sino los más queridos
y significativos. Entre los segundos
podemos encontrar a Moisés, Isaías, Daniel,Jeremías, y entre los primeros a
los más queridos por Jesús, Pedro, Pablo (que no es apóstol, pero introducido en
toda iconografía medieval por sus aportaciones evangélicas), Santiago, San Juan.
Están entendidos como soportes físicos e intelectuales de la casa de Dios (La Gloria), como afirma San
Pablo, Efesios 4, 11 “Y Él constituyó a
unos apóstoles; a otros, profetas: a estos evangelistas; a aquellos pastores y
doctores, para la perfección consumada de los santos, para la obra del ministerio;
para la edificación del cuerpo de Cristo”. Los Profetas representarían el
sostenimiento y la enseñanza de la antigua Ley, del Antiguo Testamento. Los Apóstoles
la instrucción de la Nueva Alianza en la diáspora apostólica. Físicamente son el
sostén de La Gloria, invitación diagonal a entrar en el Tabernáculo, en la iglesia
catedral. Se ofrecen como intermediarios físicos, que lo fueron en ambos casos,
pero también intermediarios espirituales por relación de las oraciones que los
fieles les ofrecen. Ciertamente se pedía en Santiago que el Apóstol intercediese
y concediese los dones que los peregrinos pedían, y lo hacían en la
consideración de intermediario ante Dios, como se dice en una de las mochetas
que sostienen el dintel del arco central “Estos
son los triunfadores que fueron hechos amigos de Dios”.
Su importancia ya
estaba reflejada en San Pablo, Efesios,2, 19-20-21 “Por tanto, ya no sois
extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo
piedra angular en mismo Cristo, Jesús, en quien trabada se alza toda edificación
para templo santo en el Señor, en quien vosotros también sois edificados para
morada de Dios en el Espíritu”. Son por otro lado, el asentamiento definitivo,
pero institucional de la palabra de Dios, la referencia escrita más importante
de las sagradas escrituras, de ahí la importancia de su presencia en todas las fachadas
monumentales del Arte Románico.
Su presencia en
Santiago fue fundamental, como acompañamiento de Cristo en la relación del
colegio apostólico que significaba y, símbolo de unión entre todos los
cristianos. Se integraban en el Pórtico de la Gloria como la culminación y la
finalización del mundo románico, la unificación de conceptos y culturas
europeas acrisoladas a través de los siglos, donde las formas antiguas
cristianas anicónicas y las posteriores icónicas dieron como resultado la mayor
puerta simbólica de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario