8/2/16

Claustro de Silos. Relieves. 1ª Parte



GEOGRAFÍA.

    Silos está situado en la parte norte oriental de la meseta superior castellana, a 1006 mts. Son terrenos duros, ásperos, cercanos a la Sierra de la Demanda, de clima continental, con intensos fríos de las tierras altas de Burgos. Tierras de fe, de monasterios y apartamientos, con Oña, Cardeña, Arlanza, con predios pardos, de pocos goces, adecuados a la meditación y la oración. En la actualidad el pueblo tiene 203 habitantes en un pequeño y compacto núcleo de población con estructura todavía medieval. Fue lugar de ocupación antigua de los monasterios de San Sebastián, San Miguel y Santa María, que acaban fusionándose en el de Santo Domingo de Silos en el burgo medieval. El monasterio está enclavado en el fondo del valle del Tabladillo, de 15 klmts de largo, con barreras naturales de desfiladeros al oriente, en las Peñas de Carazo. Al poniente, con las sierras de Cervera, y elevaciones al norte, en las estribaciones de Castroceniza.

ETAPAS CONSTRUCTIVAS

    La construcción del monasterio tuvo varias etapas, con presencia ya en el siglo X, justificada por la presencia en la excavación del subsuelo del templo actual de una iglesia mozárabe, con planta una sola nave con ábside semicircular interior de cronología de mitad s. X. De esa fase histórica conocemos a los primeros abades, Gaudencio (929-943), Placencio (...954), Blas (978-979). Son los primeros momentos monumentales del monasterio. Pero el verdadero nacimiento del cenobio tiene lugar con Santo Domingo. De nombre Domingo Manso. Es monje exclaustrado de San Millán de la Cogolla por García Sánchez III (1035-1054), rey de Navarra, al no querer acceder a sus pretensiones de enajenación de bienes del monasterio. Es recogido en Castilla y nombrado abad del cenobio por su hermano Fernando I. Llega al monasterio en el año 1040, para morir en 1073 y ser canonizado por el pueblo en 1076. Una aparición evangélica le promete la Gloria por la ampliación y restauración del viejo monasterio mozárabe. A su muerte en 1073, los monjes lo entierran en el primitivo claustro “... intra claustrum fratum ante portas ecclesie ...” para trasladarlo después al interior de la iglesia. Hubo después una ampliación de la cabecera por su sucesor, el abad Fortunio (1073-1116) y la creación de un nuevo claustro. Hay una etapa posterior en la que se construye el crucero, que mutila parte e las instalaciones del claustro. Se corresponde con la época de los abades Nuño (1100-1116) y Juan I (1116-1143), que pudieron hacerlo. La última etapa de las construcciones románicas, se corresponde con un momento de casi total oscuridad de conocimiento. Se correspondería con las obras de 2 tramos de naves con pilares cruciformes y con crucería, puerta oeste, presumiblemente de 4 arquivoltas, un pórtico lateral con puerta de entrada señalada, y una puerta norte con tres arquivoltas. Vendría a tener una cronología probable del tercer tercio del siglo XII.

EL CLAUSTRO

Es una realidad muy compleja, con muchas particularidades, no todas de origen monumental, sino también funcional. En torno a este, y a todos los claustros, se realiza la vida monacal en sus diferentes aspectos. Se constituye como una pequeña ciudad que, al igual que el monasterio, debe tener todo lo habitable para los hombres que lo ocupan. Habrá de poseer atrio, capítulo, refectorio, capillas, salas de legos y novicios, enfermería, sanitarios, biblioteca, aulas y celdas, hospedería. Todo el conjunto necesario, y funcional, para los hombres que en encierro lo viven, según refiere San Benito en su Regla, para que no sea necesario que el monje salga al exterior. Los elementos del conjunto se agrupan dentro de un rectángulo, que en el caso de Silos no es perfecto, con doble piso, posterior el segundo. Sus medidas son: 33,12 cmts x 30 mts, 60 arcadas de ½ punto, 64 capiteles, los centrales cuádruples, 8 relieves esquinales. El centro de atención de este claustro se basa en la excepcionalidad de su escultura. Es un referente dentro de la iconografía románica, tanto de España, como del mundo románico foráneo. Sus capiteles y relieves son gloria del mundo medieval, repetidamente explicado y conocido por todo el orbe científico y popular. Con una posible cronología que comienza en los albores del siglo XII, aún estaba en construcción a finales del mismo. Los dos elementos decorativos fundamentales que lo adornan se basan en sus capiteles, y en los relieves. Los capiteles forman un mundo abigarrado de formas vegetales, figuraciones de animales míticos, salidos de los bestiarios, pocas representaciones humanas. No existe en ellos casi la función catequética que debíamos esperar, abundando los otros tipos ya adelantados. Esa labor de enseñanza de la religión, queda absolutamente trasladada a los relieves, que se levantan por parejas en placas en las esquinas de cada ala.

LOS RELIEVES

Están situados en los pilares, o esquinas, del corredor interior del claustro. Constituyen la función catequética y teológica de la interpretación de las Escrituras. Aportan la densidad del mensaje evangélico preciso en formas y estimaciones concretas de los momentos más importantes de la vida de Cristo. Todos mantienen buena visualización por la situación de altura, buena conservación y clara percepción de detalles. Son 8 placas de una pieza de 1,80 x 1,10 mts, elevados y agrupados por parejas. Cada pilar mantiene una secuencia lógica coordinada, pero hay descoordinación general en el relato bíblico de conjunto, al no mantener en orden los momentos bíblicos en que se desarrollan las escenas. Así la secuencia desorganizada bíblicamente es la actual: Ascensión - Pentecostés - Entierro - Descendimiento - Emaús - Duda de Tomás - Anunciación - Árbol de Jesé. Su ordenación según los tiempos y las secuencias bíblicas debería ser: Árbol de Jesé - Anunciación - Descendimiento - Entierro - Emaús - Duda de Tomás - Ascensión - Pentecostés.

Ascensión. Es la vuelta de Cristo al cielo, que cierra el ciclo de la Redención, el envío del Hijo por el Padre. Llegó la hora de las nuevas realidades cumplidas de las profecías, y la Redención como confirmación de la Escrituras del Nuevo y Antiguo Testamento. Será momento de aplicar la lección aprendida, ahora sin el Maestro, y en fruto de apostolicidad, apropiada a la vida monacal, ampliamente representada en el relieve. Es un momento de gran importancia, vivido con gran emoción por los apóstoles. Tensión y emoción evangélica perfectamente tratada y trasladada a la escultura por la gran atención de los personajes a los hechos. Una nube, con ángeles portores, envuelve a Cristo en su ascensión. María y el apostolado contemplan la escena con admiración. La escultura está reflejada en unos alineamientos horizontales de las figuras apostólicas, de las que destaca la figura de la Virgen en el medio. Los personajes son de pequeña dimensión, pero a pesar de ello tienen magnificas figuraciones de rostros, peinados, túnicas orladas.

Pentecostés. Está en el primer relieve del claustro, donde se inicia el corredor del ala este, y por donde empieza el primer maestro su obra, junto con el relieve anterior de la Ascensión, situado en el ala sur, pero perteneciente a la misma mano y obra que el del ala este. Su referencia bíblica hay que buscarla en los H. Apost 1,5 “... pasados no muchos días, seréis bautizados en el Espíritu Santo...”.  Representa la efectividad de la promesa cumplida. Aborda la protección de la Iglesia, y la fortificación de su labor desde los cuidados celestiales. El Espíritu Santo en forma de Dextera Domini (mano derecha del Señor) infunde el soplo divino a María como revelación de su destino y aceptación, que comparte con el apostolado, que le acompaña, y al cual proteger como Madre de todos ellos, y por tanto, de la Iglesia. La escultura es de gran calidad en los tratamientos faciales, las ropas, las posturas danzarinas de los pies, las anatomías bajo los paños, en las orlas adornadas de las túnicas. Todo ello desde modelos preconcebidos y alineados en filas e hileras, lo que da un sentido de unidad a todo el conjunto.

Entierro. Se resalta un momento clave, la tragedia de la Pasión, final, el desenlace más humano, que es la sepultura, pero también el principio de un comienzo glorioso, la Resurrección. Induce a la comprensión de una visión doble y complementaria, el hombre que muere, y el Dios que resucita. La escena comienza con la visita al sepulcro de las tres Marías, para continuar por el entierro de Jesús por José de Arimatea y Nicodemo. En el fondo los guardianes de la tumba dormidos. El estilo de la escultura es de gran severidad, en alto relieve, con gran precisión de detalles, lo que la distingue del tratamiento del relieve anterior, de pequeñas figuras muy pegadas al fondo del relieve, y con más que una historia contada. Todo se concreta en una mayor solidez del maestro que muestra mayores habilidades y perfecciones, un crecimiento dentro de la propia obra de Silos, y maduración personal. Todo hace comprender este relieve como una verdadera obra maestra del escultor.

Francisco Javier Ocaña Eiroa




  
Ubicación de Silos en la geografía española
 
Valle del Tabladillo


Pueblo y monasterio de Santo Domingo de Silos


 
Pueblo y monasterio



Monasterio


Monasterio

 






Claustro de Silos. Ala oeste







Pilares y Relieves esquinales





Pilar de dudas

















































































 




































No hay comentarios:

Publicar un comentario