El Arte Románico no sólo derrochó talento y esplendor en la
construcción y decoración de sus iglesias, sino que reflejó también su belleza
en los libros iluminados por los copistas e iluminadores de los monasterios. Los
había para toda celebración litúrgica e instrucción. Unos estaban destinados
directamente a las funciones rituales, como Biblias y Evangeliarios. Otros a la
instrucción de los monjes.
Entre estos últimos podemos reconocer a los que modernamente se reconocen
como Beatos, por ser una asignación específica a un nombre
propio y una comarca, (Beato de) la Liébana, como posible inductor de una reconocida familia de libros iluminados,
que comenzó en la Alta Edad Media, pero que tuvo pleno desarrollo en la época
del Arte Románico, configurando una de las mayores glorias de la historia del
arte hispano, digna de ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Beato es nombre medieval de varón, el
masculino de Beatriz que pasó a nuestra onomástica como Beatriz, mientras que
el de Beato quedó sin uso. Fue un personaje histórico que vivió como
monje en un monasterio de la comarca asturiana medieval de los valles de la
Liébana, hoy perteneciente a Cantabria, como lo atestiguan diferentes
fuentes documentales. Escribió en el año 785 un libro, El Apologético, en contra del arzobispo de Toledo
defendiendo la paternidad carnal de Cristo, y no por adopción, como reclamaba
su opositor Elipando. Se la atribuye también la confección hacia el año 776 de
uno de los libros más famosos de la Edad Media española, Comentarios al
Apocalipsis de San Juan, en el que desgrana instrucción y
comentarios al famoso tratado del profeta.
El libro está compuesto de una
serie de piezas, no en todos los Beatos igual, aunque sean unitarios en la
posesión de las más importantes, como es la presencia continua del Comentario,
y otras afines. Todos están escritos sobre pergamino en dos columnas con
iluminaciones a un cuarto de página, página entera y doble página. Para exponer sus
comentarios al texto del título se utilizan en forma de sentencias
breves diversos
autores de la literatura eclesiástica antigua, como: Jerónimo, Agustín,
Ambrosio, Eulogio, Gregorio Magno, Apringio, Isidoro, Ticonio, Ireneo, entre
otros.
Pero la fama no la ganó Beato y
su libro por la avidez en refundir y comentar textos anteriores, que vendría a
ser una obra de profunda transformación espiritual, de edificación y elevación
moral, sino por las iluminaciones que acompañaban a dichas explicaciones. La
primera edición del Comentario, hoy inexistente, debió ver la luz
en el año 776, Sería el primer Beato conocido que llevaría ya las iluminaciones
que después sirvieron de copia a los demás. El tiempo haría que pasase a otros
monasterios, y por la atracción de las pinturas, sumada a la utilidad del
texto, fuese copiado en numerosas ocasiones respetando en lo posible el texto y
reproduciendo las iluminaciones del primer manuscrito con la distinta habilidad
y capacidad de los iluminadores que se atenían al modelo original, pero
adaptándose al momento de su reproducción, de ahí que podamos hablar de Beatos
de estirpe mozárabe, románica y protogótica. Hoy se guardan, enteros, o en partes, 25
ejemplares que adquieren indistintamente el nombre del monasterio donde se
copió, del donante, del copista, o el lugar de su actual pertenencia y reposo.
Así podemos hablar del Beato de Fernando y Sancha (promotores) o Facundo
(copista), o Biblioteca Nacional de Madrid (asentamiento) para el mismo
ejemplar, del Beato de Londres o de Silos, del Beato Morgan o de San Miguel de
la Escalada, del Beato de Valcavado o de Valladolid, etc.
Resulta extraño que un lugar tan
apartado de la geografía y del cosmopolitismo cultural pudiera ser el
receptáculo de pinturas tan hermosas. Al principio no estaban enmarcadas y no
tendrían fondos de colores. Después aparecerían con un enorme colorido de tonos
fuertes en bandas paralelas. Llama poderosamente la atención la eliminación de
toda sugerencia de volumen o ilusión espacial, por el predominio de la línea y el color. Se
desarrollan con prioridad absoluta de la figuración plana e intensidad
colorista, que se reproducen en los aproximadamente 300 folios de los libros
mejor conservados, en los que habría unas 100 iluminaciones. La plástica se
somete a la habilidad del iluminador para dar figuraciones diferentes del mismo
modelo, que varían mucho desde los primeros a los últimos.
Las iluminaciones se atenían
directamente a los párrafos del texto de San Juan, que Beato después comentaba
según su conocimiento y saber. Las pinturas no refieren más que lo que el
profeta tuvo como visión, representando un testimonio gráfico de lo por él
relatado. Se realizó tal labor en forma de comic, con expresiones comunes y
claras de los elementos textuales, con frases escritas que todavía pudieran
aclarar más la relación del texto profético y la iluminación.
Resulta imposible extenderse más
en las explicaciones debido a lo complicado del asunto y las infinitas
posibilidades de los distintos comentarios y pinturas, por lo que vamos a ceñirnos
a la exposición de las pinturas del Beato de Fernando y Sancho, promotores de la obra, también llamado
Facundo por el nombre de su iluminador, copiado en el año 1047, o de la Biblioteca Nacional de Madrid, actual asentamiento, y que es representativo del
modelo de los Beatos románicos. Tiene 313 folios con 98 miniaturas. Su cronología se cifra en el año 1047.
El origen está documentado en la ciudad de León, en el Scriptorium Real de San
Juan.
Francisco Javier Ocaña Eiroa
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Valle de la Liébana, donde vivió Beato.Cantabria |
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Monasterio de Santo Toribio, donde probablemente vivió Beato. Liébana |
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Cruz de inicio |
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El alfa |
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El evangelista Marcos |
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Ángel y evangelista Mateo |
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Genealogía de Abraham |
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Anunciación |
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El ángel de Éfeso y Juan |
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El ángel de Sardes y Juan |
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El templo abierto y la bestia |
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Visión del anciano de cabellos blancos |
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Visión del Cordero, tetramorfos y ancianos |
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El dragón, la bestia y el falso profeta |
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