Excelencia. Cuando se trata de
unir el topónimo Silos con el adjetivo Excelencia, surge un matrimonio
lingüístico muy bien avenido. Debemos entonces acudir al diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española, donde se denomina como Excelencia una situación
de “Superior
calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo”. Evidentemente que la definición debe
hacer referencia también al pueblo castellano donde se levanta el monasterio,
por su pasado histórico, la ocupación del solar silense dentro de la misma
población, o la importancia del mismo en la historia de Castilla y de España.
Pero nosotros queremos dar fe de la citada palabra en el ámbito exclusivo del
monasterio, e incluso restringirlo a la esfera del claustro nada más. Es allí
donde la excelencia surge de modo espontáneo, conforme a la definición, donde
son esenciales las palabras calidad, singular y estimación.
Nadie hasta hoy, y
no lo habrá en el futuro, que discuta ese trío de palabras que relacionan la
obra monumental del claustro como una de las obras insignes del románico
español e internacional, que inmortalizó su importancia en una escultura de
gran valor estético, reflejada en los capiteles y los relieves esquinales.
Ambos denotan la presencia de grandes artistas en suelo castellano allá por el
siglo XII que, con dos maestros o talleres desconocidos, fueron el germen de
una gran expansión estilística en ese entorno territorial. Como le sucedió al
Maestro Mateo con su obra compostelana, que sin saber casi nada de él, sí
comprendemos su impronta en la escultura de su momento posterior en tierras
gallegas.
Los capiteles representan la gran fortuna del
ornamento del claustro. Son 64 piezas dobles, que se elevan sobre columnas
también dobles. Lo que debiera ser normal en sus representaciones, escenas de
las Escrituras, conforme a la información catequética de los valores
cristianos, porque está dedicado al aprovechamiento de la meditación de hombres
piadosos, ya sea en los monasterios y en las catedrales medievales, no ocurre de
modo normal. En Silos no sucede así. Casi todo el programa catequético de la
meditación y representación de las Escrituras pasó a los relieves, y sólo tres
capiteles recuerdan las escrituras. El resto son vegetales y animales de
representaciones simbólicas de alto grado, que substituyen en su interpretación
a los valores escriturísticos. Las razones para ello se nos escapan, no
aparecen, ni han aparecido nunca. Todo son suposiciones y conjeturas. Su
formación y presencia está adecuadamente constituida por las ideas
básicas del Zoomorfismo, o estudio y descripción de la fauna real, de los animales conocidos
empíricamente. Captan lo táctil, lo visible como común en la naturaleza,
semejante a un tratado de zoología, donde se describe lo vivido, lo vivo, sin
capacidad más que para abrir los ojos y ver lo que nos rodea. Del Antropomorfismo,
o estudio de las cualidades del hombre, de su entorno y condición, siempre en
clave evangélica, porque se trata de explicar el misterio de la Redención en
base a la vida de Cristo, y de los hombres santos que fueron los apóstoles. Del
mismo modo tendrá presencia el Teriomorfismo entendido como el estudio del mundo
animal fantástico, alejado de la realidad, de la fauna presente y diferente a
ella. Vendría a completar la Creación en los modelos cristianos y laicos, pero
en clave de error y fabulación. Era un mundo paralelo, desconocido, o intuido
desde la antigüedad clásica, creando más atención que lo vivo y actual, dada su
capacidad de fabulación, porque es contingencia humana desde el principio de la humanidad. Al lado de las otras
ideas, y como última, el Fitomorfismo,
que es el estudio de las plantas y
los vegetales, de su relación y presencia en la naturaleza. Como genérico de lo
común, de lo viviente, lo diario, actual y presente en el mundo vegetal.
Los relieves. Dado que los capiteles informaban poco sobre los conceptos evangélicos,
los maestros escultores trasladan tal cometido a los pilares esquinales, donde
en placas gemelas escenifican una gran cantidad de pasajes de la vida de Jesús. Se trata ahora de
comprender las explicaciones de las escenas desde el punto de vista
religioso-teológico. Es la confirmación de la
realidad de la asimilación a la escultura de los “textos artísticos”
que nos introducen en la verdadera realidad del aprendizaje de las cosas de la
fe por otros modos. El texto artístico puede considerarse como un mecanismo
organizado de un modo particular que posee la capacidad de contener una
información de una concentración excepcionalmente elevada. Para comprender este proceso de adaptación de
los textos artísticos es interesante comprender
la organización de la escultura. Se trata de un elemento primordial, Base de la concepción
original de todo proyecto. Primero hay que pensar
qué es lo que se quiere hacer, después someterlo a la crítica intelectual y
personal de lo conveniente, más tarde cifrar el medio de expresión y su
realidad física, al final, distribuirlo todo en el espacio con esquemas que
puedan hacer más fácil la ejecución y la comprensión de quienes lo observen.
Debe existir un esquema previo, que localice los volúmenes de forma rigorista y
pensada, que bien pudiera pasarse a la escena en forma de dibujo previo. Esos esquemas debieran
estar plenamente vigentes en la mente del artista. El repertorio de los relieves
es amplio y variado, de gran presencia por el volumen de las placas, y la
capacidad de que las figuras adquieran mayor volumen que en los capiteles, con
lo cual se ven mejor, y hay más oportunidad de incluir figuraciones más amplias
y detalladas.
Estilo, Técnica,
Autoría. Debemos movernos completament en el campo de la
especulación porque el autor de la obra se llevó su secreto a la
tumba. Sobre el estilo aportamos la definición de Whitehill sobre uno de los maestros, cuya homologación sirve también para el segundo maestro, con la que nos
sentimos muy identificados, “ … uno de los mejores artistas de la
escultura románica … su estilo no puede ser igualado ni el arte francés ni
español … aparece y se desvanece como un cometa …”. Surge como un artista
de poderosa imaginación que traslada a sus imágenes los bestiarios medievales.
De marcada personalidad en la formación física de los capiteles y relieves,
excepcional y único en la forma de esculpir con técnicas de altísima depuración
y fineza. Mezcla mundos extraños y
difíciles con una enorme soltura y gran despliegue de imaginación, en un estilo
absolutamente personal, y un oficio consolidado en la perfección, no de
aprendiz, Aplica una decoración
preciosista y minuciosa que, aunque repetida en muchos de sus modelos, cautiva
por la exquisitez del trazo que resuelve con lo que hoy podría definir como
“amor al trabajo”. Acierta con los tamaños al lograr el canon conveniente para
cada figura, sin que haya las distorsiones clásicas de un románico rural,
iniciático o descompensado en cuerpos y cabezas. Ajusta detalles de gran
fineza que realiza con la perfección de quien ya los ha realizado en otros
lugares. En cuanto a la técnica, aplica resoluciones a la escultura que sólo se
pueden comprender por la blandura de la piedra. Procede con un tratamiento muy
sutil de composiciones serradas, azueladas, con hachas muy ligeras y finas,
casi navajas, que le permiten establecer los diminutos detalles que realiza.
Serían golpecillos a la gubia, ligeros empujones cuidadosos hasta hacer correr
y saltar la viruta de la piedra humedecida para evitar la rotura, y facilitar
la hendidura que debería hacerse con mayor facilidad si se mojara, Semejante
tratamiento a la madera, con trenchas o gubias, zuelas, hachas, navajas, con un
efecto más de cortado que de percutido o modelado, común en piedra con cinceles
y punteros, por muy finos que fueran .Siempre se han reconocido dos formas
diferentes, dos estilos y maestros o talleres distintos en los capiteles y
relieves del claustro. Pero ambos trabajan en cronologías muy cercanas del
siglo XII, sin poder distinguir en exceso la obra de uno y del otro, aunque hay
que reconocer que el que trabaja después del primero, siempre tenía al alcance
de la vista, lo que se había realizado. No es el propósito de este capítulo
sobre las excelencias del claustro de Silos pormenorizar ahora sus diferencias,
sino mostrar las excelencias de ambos maestros o talleres, para hacer realidad
el encabezamiento donde hablábamos de “Superior calidad o bondad que hace digno de
singular aprecio y estimación algo”.
Francisco Javier Ocaña Eiroa
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