Es una temeridad tratar de sintetizar un período artístico de 250 años en unas pocas líneas, ni siquiera captar la esencia y el espíritu de esos años. pero podemos esquematizar, a modo de exposición fotográfica, algunos de sus aspectos, delimitar otros, aclarar conceptos, teniendo en cuenta que la parcialidad es un producto empobrecedor de la riqueza general del conjunto. Podemos comenzar diciendo que el arte románico arranca de la necesidad del alma, de la fe cristiana, de la habilidad del hombre, de la belleza material de las formas, pero también de la exigencia de recintos religiosos a partir del año 1000 por una creciente demografía. Existe en el arte románico una base de presupuestos teológicos relacionados directamente con Dios - Hombre, Espíritu – Materia.
Dios como principio teológico absoluto, esencial en la vida del hombre medieval. Residente por derecho propio en el templo, hogar y lugar, donde habita la divinidad en cualquiera de sus formas, altar vivo y perenne de su inmolación como Cordero degollado.
Hombre como perfección de la obra material de Dios, pero necesitado de Redención, habitante propio y residente temporal del templo, loador y adorador de su gloria por el efecto de la Pasión de Cristo, preservador de sus enseñanzas y normas en la casa por él construida para alojar a la divinidad.
Espíritu como formulación simbólica que se desprende de la representación divina, como atributo de su presencia en esencia. Es función alimentada y cultivada por las funciones litúrgicas allí realizadas por los hombre, como pertinencia de honor y memoria de la humanidad. Resulta imposible la representación viva del espíritu por su propia idiosincrasia, por ello trata de representarse en las iconografías pertinentes que estimulen su representación. La presencia del altar, de la liturgia y de las formas consagradas es su mejor representación. Después, se pasa a las formas materiales semejantes a las humanas, en la iconografía correspondiente.
Materia como realidad de muros, enseres y ornamentaciones que limitan, cubren y protegen todas las funciones que se realizan en su interior. Representa la obra humana, caduca, de variado carácter e intención, que se contrapone al espíritu celestial que la habita y cubre son su poder. Es, el conjunto de la obra edilicia y su ornamentación, más los enseres de las necesidades litúrgicas, en las distintas formas y variaciones. Todo será realidad física que se corresponde con lo que ha venido en llamarse el Arte Románico.
Es un arte Cristocéntrico, porque Cristo es el protagonista fundamental de toda la iconografía en; capiteles, portadas, tímpanos, crucifijos, etc. Representa al gran icono, del que van a derivar y girar en torno a él todos los demás. Como figura principal de la Redención, aparecerá en diversas iconografías, fruto de su paso por la tierra y de su Ascensión. Lo veremos como crucificado, en estampas de su niñez, en el Templo, con los Apóstoles, en escenas de la Pasión, en su vida pública (Canáa, Lázaro, Jairo, etc.). Será la gran lectura teológica e iconográfica, que enlace el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Será la escultura un elemento de gran importancia y desarrollo en la comprensión de estos conceptos. Representa el gran fundamento decorativo y catequético, también mecanismo estético de las representaciones del momento secular en que se desarrollen. Ocurrirá de forma específica y dilatada en asientos materiales variados, ya sea en el interior, o en el exterior de los templos. Interpretará la historia de la humanidad desde la perspectiva cristiana, desde el Génesis hasta la Pasión de Cristo y la Redención. En su desarrollo el arte románico destapa el tarro de las esencias, de las presencias de la figura humana y, animal en sentido bíblico y homilético. Se especializa en las imágenes tremendistas de advertencia de los castigos del pecado. Lo hace a modo de exempla, para la corrección de los vicios humanos, donde las devoraciones son elemento fundamental de la praxis del miedo. También habrá lugar para otros muchos temas, que se extenderán por todo el edificio, como un signo de identidad del nuevo arte. Tiene como aportación una nueva forma de entender la plástica templaria. Su base será la enseñanza evangélica para las gentes, que comprendían mejor las imágenes que la lectura y escritura.
Esa escultura sucedía en las diferentes formas templarias, que no había descuidado el mundo occidental en la creación de templos y monasterios en la Alta Edad Media. Existía un culto fijado que se realizaba en las distintas iglesias, pero no eran suficientes para la época de las nuevas seguridades que ahora se vivía, del asentamiento de los estados europeos lejos de las invasiones de los pueblos bárbaros, y sobre todo, bajo la realidad de una población en expansión después de rebasado el año 1000. Las crónicas medievales certifican la masiva construcción de iglesias en los principios del año 1000. El monje Raúl Gabler así lo relata en el año 1003: “Como se aproximara el tercer año después del año 1000, se vio en casi toda la tierra, pero sobre todo en Italia y Galia, la renovación de las basílicas de las iglesias; aunque la mayor parte no tuvieran ninguna necesidad, porque estaban muy bien construidas, un deseo de emulación llevó a cada comunidad cristiana a tener la suya más suntuosa que la de los otros. Era como si el mundo se hubiera sacudido y despojándose de su vetustez, se hubiera revestido por todas partes de un albo manto de iglesias. Entonces, casi todas las iglesias de sedes episcopales, los santuarios monásticos dedicados a diversos santos, e incluso los pequeños oratorios de las villas, fueron reconstruidos por los fieles de una forma más bella”. Explica de ese modo el crecimiento inusitado del Arte Románico como una fuerza imparable por la necesidad funcional de edificios.
La ingeniería de la época, junto con la habilidad de los artesanos, se va a poner al servicio del alma, pero también de las comunidades que soliciten sus servicios. Será una sinfonía de bóvedas, muros, contrafuertes, capillas, portadas. Elementos necesarios que, formarán y adornarán las construcciones templarias que se harán presentes en la geografía y la historia. Florecerá como un empresa socio-económica, que supondrá la construcción masiva de nuevos templos parroquiales, monasteriales, catedralicios. Era un bien religioso pero también económico de presupuestos, gastos, nóminas, balances, que favorecían a los constructores al mismo tiempo que a las personas del entorno, de la aldea, de la villa. Había un gran laboreo en torno a las construcciones eclesiásticas que duraban años. Eso era beneficio para muchos, por lo menos para los lugareños. Será el arte románico un arte de multitudes, de necesidades monasteriales, no de elites, de museos, o castillos. Tenía que servir a una comunidad, ser funcional y segura la obra. A la vez que demostrar, además, una estética adecuada. Debería necesitarse, encontrar quién o quienes la sufragaran, encargarla a maestros de obras y escultores que la llevasen a buen término. Había que, necesitarla, después soñarla, y a continuación, aplicar los sistemas monetarios y mercantiles suficientes para realizarla.
La decoración que en ella se instaló no siempre estuvo bien comprendida por todo el mundo, en especial por el pueblo llano. Muchas veces carecía de instrucción suficiente para entender ciertas figuras que allí aparecían. La mayoría de los conceptos teológicos básicos eran conocidos por los fieles, se explicaban a diario y dominicalmente en las homilías del oficiante. Había recónditos significados que la mayoría de la población no lograba “leer” perfectamente, pero sí “entender” con más o menos precisión. La significación e interpretación de las imágenes pasaba muchas veces por interpretar lo que en ella se quería decir. No siempre las interpretaciones fueron las mismas, ni todos alcanzaban una exégesis de lo que veían y se representaba, pero en lo esencial el edificio era reconocido como la Casa de Dios, elemento de valor suficiente para quienes lo construían y lo utilizaban.
Resulta complicado explicar en fotografías todo este fenómeno universal, por dilatado y complejo, pero ha sido nuestra intención mostrar unos someros ejemplos del mismo, estrictamente desde la opinión personal, sabiendo que caben otras visiones y resúmenes, que también serán parciales.
Francisco Javier Ocaña Eiroa